Hace un par de semanas estaba recogiendo a mis hijos en el
colegio y, como llegué un poco antes, me encontré con el papá de una niña de la
clase de mi hija. Hablando de todo un poco al final salió el tema laboral; los
clásicos “y tú dónde trabajas” y esas cosas. El, aunque ahora es comercial
freelance de formación para empresas, me explicó que hace bastantes años
tenía una empresa de tecnología y ofrecía soluciones integrales a empresas:
desde PYMES hasta grandes cuentas. Me comentó que cuando se acercó a Telefónica
para explicarles que mediante altas tecnologías avanzadas podrían conectarse
unos ordenadores con otros y así compartir información (una red de equipos,
vamos), casi que le tomaron por un loco que no sabía ni lo que se estaba
contando. Mercado inmaduro. Y, todo esto, hacía sólo unos 28 ó 30 años.
Hace 4 años, cuando la crisis me empujó a salirme de una
consultora de comunicación, decidí hacer mis propios pinitos por cuenta propia.
Mi sorpresa fue cuando un día, camino a casa, me sonó el teléfono. Era el
director general de una red social para dispositivos móviles y quería que yo le
gestionara la comunicación para una serie de eventos que iba a realizar con
motivo de la semana santa. La red social en cuestión se llama Tooio y – sinceramente- era una idea muy muy buena. Para
los que no conozcan la red de Tooio, consiste, básicamente y entre otras cosas,
en poder conectar usuarios y, gracias a la geolocalización, poder saber dónde está
nuestros amigos. Es decir, me puedo ir de vacaciones a Gerona y saber con Tooio
si alguno de mis contactos está en las inmediaciones. Además, permitía enviar
sms de manera gratuita (en realidad se enviaban como datos). Tooio se enriquecía gracias a acuerdos con
terceras empresas, de modo que uno podía pasear por la calle y el teléfono te
alertaba de las rebajas de los comercios próximos, ofertas, promociones, etc.
Tooio te proporcionaba la información relativa al ocio de
una manera realmente interesante e innovadora. Para poder utilizar la red el
usuario tendría que contar con un terminal móvil con tarifa de datos y/o acceso
a Internet a través de wifi.
Pero, de nuevo (siempre hay un pero), la pega es que salía a
un mercado muy inmaduro y las probabilidades de éxito eran ciertamente escasas.
La inmadurez de ese mercado no era otro que unas tarifas de datos muy caras;
sobre todo teniendo en cuenta que el usuario potencial serían jóvenes entre 18
y 30 años. Efectivamente, el usuario se podría conectar a través de redes wifi.
Pero la realidad es que en 2007, las
redes wifi gratuitas eran más escasas aún. De modo que Tooio, una excelente idea
empresarial, salía al mercado en un momento poco propicio, con tarifas de datos
muy caras (las tarifas planas aunque fuesen a baja velocidad aún ni se habían
inventado).
Ahora dicen la mayoría de los estudios que España es la 5ª potencia en smartphones, teléfonos que en realidad son ordenadores de mano. Las tarifas planas ahora son muy económicas y hay wifi en todos lados: desde los servicios de transporte urbanos hasta infinidad de tiendas, restaurantes y comercios.
No sé si Rafa Casado, el alma máter de Tooio, pensó antes de
crear la red en este pequeño gran problema: la inmadurez del mercado. Quizá
quiso crear Tooio pensando en el éxito que estaban alcanzando otras redes
sociales tipo Foursquare (https://es.foursquare.com)
en otros países; aunque claro, la realidad (tecnológica) fuera de España era
bien diferente, y mientras aquí nos dábamos con un canto en los dientes si
teníamos ADSL de 6MB, en EEUU ya rozaban los 20MB; ellos con (asequibles)
tarifas planas de datos y nosotros pagando casi 40 euros por 500MB en los
terminales móviles a velocidad de pedales.
Espero no obstante que empresarios como Rafa Casado sigan pensando y desarrollando ideas innovadoras que empujen la economía. Hablar a tiempo corrido es muy fácil pero posiblemente la mejor alianza que podría haber hecho Tooio no era con un proveedor de contenidos, sino con un proveedor de servicios de Internet móvil.
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