viernes, 27 de enero de 2012


La SOPA Boba
 
El castellano que es uno de los idiomas más ricos, ofrece en su refranero popular auténticas perlas para describir momentos, situaciones... Una de ellas es "vivir de la sopa boba". El refrán hace alusión al conjunto de guisos mezclados que restaban de los alimentos de los comensales que se ofrecían en las posadas, bares o conventos. En definitiva, no eran más que los restos de los menús y que,a  diraio, se les daba a los conocidos como sopistas a cambio de alguna pieza musical o verso.  Hoy día, el hecho de "vivir de la sopa boba" hace una clara alusión a aquellos que por desgracia en lugar de obtener unos rendimientos derivados de su trabajo, consiguen vivir sin trabajar.

Y en Estados Unidos, que ahora se están dando cuenta que esto de compartir ficheros con ánimo de lucro está perjudicando seriamente la industria musical y cinematográfica, están queriendo poner puertas al campo. Una especie de ley Sinde, a la americana; y no han tenido mejor definición que denominarla SOPA (toma ya)
SOPA es el acrónimo de Stop Online Piracy Act -acta de cese a la piratería online - y, la verdad, es que en el caso español viene que ni pintado. Si la ministra Sinde, en lugar de aprovecharse de su apellido hubiera optado por el acrónimo yankee, igual hasta hubiera tenido acepción. ¡Se acabó vivir de la sopa boba! ¿Pero dónde se ha visto que un profesional tenga que cobrar de manera indefinida en el tiempo por una obra? Me gusta tu canción y yo tengo ahora mis derechos sobre ella para poder hacer con ella lo que me dé la gana, a excepción -claro está- de sacar tajada revendiéndola.  Además, sobre todo los músicos, saben de sobra que sus ingresos no provienen de la venta de música (sobre todo en formato CD), sino de sus conciertos y todo el merchandaising que gira en torno a.

Del mismo modo que hace ya unas décadas vieron que el formato del vinilo iba cediendo terreno a nuevos soportes digitales -primero el CD (otros como el Super Audio CD fue un fracasillo)- ahora el formato tiene que ser el mp3 (y lo que pueda venir en un futuro). La tienda iTunes de Apple es un claro ejemplo de hacia dónde se mueve la industria musical y cinematográfica. Cada usuario se puede descargar canciones aisladas y las puede reproducir en un determinado número (a veces amplio, a veces escaso) de reproductores. Spotify ha marcado otro nuevo hito en la manera de escuchar música. Ya no importa tanto ese afán recopilatorio de miles de pistas musicales (que muchas veces jamás escuchamos), sino de poder escuchar lo que quieras donde quieras.
Dejen al usuario escoger libremente y, si ofrecen música de calidad, llenaremos sus conciertos. Los grandes artistas como Bruce Springsteen o U2, por poner dos ejemplos, lanzan sus entradas y en pocas horas se agotan miles de entradas. ACDC hace 3 años tuvo que repetir concierto en España después de la tremenda acogida. Y dudo mucho que todos los que llenaron los dos recintos tengan, ni toda su discográfía, y que hayan adquirido los correspondientes CD, digamos, de manera legal.
Mientras tanto, otros músicos (por llamarlos de algún modo) prefieren seguir en el erre que erre de determinadas Asociaciones de Gestión de Derechos e intenten querer vivir de la sopa boba.

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