lunes, 15 de abril de 2013

YO SUFRÍ ACOSO ESCOLAR

Cuando era niño y pasé de EGB (lo que ahora es primaria) a Bachillerato tuve que cambiar de colegio. Allí un niño dedicó una buena parte de su tiempo a acosarme y pegarme (libera el alma eso de escribir, además que no es ningún pecado). Hace 26 años, que los niños se pegaran -aun siendo un acto reprobado por el colegio- carecía de mayores consecuencias. Hoy, multas más que considerables y -lo peor de todo- la pérdida de reputación del centro. Pero, ¿por qué me pegaba ese niño?

Con mis 13 años, yo era incapaz de entender por qué un niño -al que ni conocía, ni nada le había hecho- se ensañara en hacerme la vida imposible y -en una ocasión- ponerme un ojo a la virulé. En aquella época yo era un niño que reunía bastantes características para ser "carne de cañón". Por un lado, en una clase de unos 35 alumnos (lo normal señores profesores) sólo éramos 4 alumnos los nuevos; y eso de ser "el nuevo" era un buen acicate para que el niño acosador sacara la mano a pasear con frecuencia. Por  otro lado (y aunque quienes me conozcan desde hace 20 años les extrañe), yo era una persona muy tímida y eso de ser el niño apocado invitaba a ser el centro de las burlas. ¿Por qué? Porque sabía el niño malo que nunca me revelaría. Hoy soy el polo opuesto, una persona absolutamente extrovertida (quizá a consecuencia de ese niño malo).
Además, mi físico se alejaba de cómo era un niño de 13 años a finales de los años 80. Con aquella edad yo ya rondaba el metro ochenta de alto y el profesor de gimnasia siempre me quería para los partidos de baloncesto (y eso que era como Romay: malo, malo, malo, pero a tapones nadie me ganaba); motivo por el cual el niño malo vio en mi -además- a otro competidor.
En los estudios, jamás fui un niño de sobresaliente; de hecho mi nota media en el Bachillerato fue de 7,6. Pero claro, el niño malo sacaba peores notas que yo, suspendiendo varias asignaturas. Con lo cual, más motivos para seguir con las hostilidades.
De este niño malo sólo pude saber con el tiempo que vivía en una familia medianamente marginal, desestructurada y carente de ciertas dosis de cariño.

Mi familia sólo se enteró cuando llegué a casa con el ojo morado. Durante el tiempo que duró el acoso, no me logró derribar al "encerrarme" en mis estudios y en mis amigos.  Sin embargo, hoy día, los niños con sus 4.567 amigos de Facebook y 3.847 en Tuenti (y ningún amigo real de verdad); con padres de fin de semana y una cuidadora de lunes a viernes, resulta más difícil descubrir si está siendo acosado; será más difícil descubrir los silencios, propios del niño acosado. Además, hoy los niños han descubierto un nuevo tipo de maldad: saben que hace más daño insultar y/o publicar una foto comprometida en una red social que ponerte el ojo morado.

Mi amiga Irene López Assor, experta en psicología infantil, me explicó un día cuáles son los rasgos del niño psicópata acosador:

1.Suele ser un niño al que no se le ha fomentado seguridad en si mismo.
2. No sabe poner límites a sus comportamientos.
3. Suelen recibir maltrato físico y/o psicológico en su propia familia/hogar.
4. Suelen ser etiquetados con un "no sirves para nada"; y por eso sienten la necesidad de demostrar que sí sirven y son "importantes".
5. Suelen ser líderes artificiales, buscando grupos de apoyo entre sus iguales y destacar e imponer sus normas.
6. Baja autoestima e inseguridad. Por ello buscan un reconocimiento que no obtienen en casa, sometiendo y controlando a terceros.

Están acosando a tu hijo si:

1. Detectas un cambio en su estado de animo, más sensible e irritable que de costumbre.
2. Está triste y no quiere ir al colegio, incluso llegando al lloro por las mañanas.
3. Prefiere la soledad y está más callado de lo habitual, con juegos solitarios.
4. Presenta dolor de cabeza, pesadillas nocturnas, vómitos y/o fiebre.
5. Su rendimiento escolar cae bruscamente y disminuye su interés y concentración en otras facetas.
6. Existen agresiones físicas en zonas poco comunes.




3 comentarios:

  1. Impresionante testimonio. Me conmueve el sufrimiento de cualquier niño.
    Por otro lado, el acosador infantil tampoco es del todo consciente de la gravedad de sus actos. A veces es un problema de hormonas. En otros casos, es su manera terrible de liberar el sufrimiento que vive en casa.
    En fin, que en esta vida sólo hay una palabra que lo resuelve todo: perdón. Perdóname, de corazón. Te perdono, de corazón.
    Miguel Aranguren

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  2. En mi opinión, el acosador es consciente, que no responsable de sus actos. En cualquier caso, suelen ser niños que, de no enderezarse, podrían llegar a convertirse en sujetos quizá marginales. Y esto si que supondría un grave problema.

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  3. Gracias por el testimonio y por ser valiente para contarlo y compartirlo.

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