lunes, 9 de enero de 2012

Quiero Trabajar



Hoy me he acercado a mi médico de cabecera para que me diera el alta por la luxación de hombre que sufrí hace casi un mes. El caso es que (con esta) es la segunda vez que acudo a pedirle que me deje ir a trabajar. Ya fui a los 15 días a pedirle el alta y me espetó que “no sólo no te la voy a dar, sino que te voy a dar mínimo dos semanas más de baja”. Entiendo la responsabilidad de los médicos con un paciente que se acoja al alta voluntaria, en caso de recaída; pero hombre… con la que está cayendo, con esa crisis galopante que azota toda Europa (España no es ninguna excepción) y allende los mares, casi debería ser un alivio tener en las filas a gente que no le importe ir a trabajar.
Yo por desgracia he sido un cliente asiduo de los servicios de la sanidad pública. Entre 2003 y 2004 tuve que estar de baja cerca de 8 meses por un cáncer, un linfoma no hodking, y flipé cuando un médico del Hospital se extrañó de que me cogiera el alta “tan pronto”; aclaro que yo ya me encontraba bien, el tumor había remitido y todo se encontraba dentro de un orden. Concretamente estuve de baja desde el mes de noviembre hasta mediados de junio. Me explicó que, con ciertas enfermedades, uno se podía tirar un máximo de año y medio de baja sin que te hicieran preguntas incómodas, de cualquier tipo. O lo que es lo mismo, me venía a decir que muchos de sus pacientes estaban con sus sesiones de quimio o lo que fuera y que una vez curados, pues ya que estaban de baja, decidían ampliarla hasta el límite; concretamente año y medio. Y a ver, y lo digo por experiencia: tener que pasar por sesiones de quimioterapia y radioterapia es realmente duro, agotador, extenuante y absolutamente desmoralizador; tanto en lo físico como en lo psíquico. Porque si es duro estar conectado a la bomba volumétrica, no lo es menos cuando piensas si en el próximo control te anuncian que el tumor no sólo no decrece, sino que se está reproduciendo en otras partes de tu organismo. Pero bueno, al lío que me pierdo. Es una vergüenza, una inmoralidad y un sinfín de calificativos que por el hecho de estar de baja, la gente decida ampliarla incluso cuando ya están curados.
Imagino que ahora harán más la vista gorda con estas cosillas.
Así las cosas, entre los casi 5 millones de parados, pensionistas, funcionarios que no funcionan y los caraduras enfermos que alargan sus bajas “porque yo lo valgo”, y los que están de baja pero se encuentran en condiciones de trabajar (pero no nos dejan), desde luego, de esta crisis no saldremos solos.

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