jueves, 25 de julio de 2013

ESPERANDO...

Me vais a permitir -aunque sólo sea por una vez- ponerme sensible. Si lees este post y tienes, al menos, un hermano o hermana, sabrás que esa persona es mucho más un hijo para tus padres. Si, además, te llevas poco tiempo con él/ella, entonces sois grandes afortunados. Os voy a explicar por qué.

Cuando eres un niño con 2, 3 y hasta 6 años, tu hermano se convierte en tu compañero número uno de juegos. No querrás jugar con nadie más que no sea tu hermano. Cuando eres niño, y hasta cierta edad, no importa el sexo. Mi hija de 6 años se lo pasa como una enana jugando con su hermano de "casi" 4.
Cuando creces, tu hermano, se trasformará en tu mejor amigo. Confidente de las notas del cole y tus travesuras, nadie mejor que él guardará, celoso, el secreto ante tus padres que tienes tu primera novia. Si encima tu hermano es mayor que tú, él irá allanando el camino para cuando te vayas haciendo mayor y quieras empezar a salir de discotecas. Comprobarás que tu hermano comienza a ser algo -además de muy especial- único; y lo elevarás a categoría de mito, de ídolo.

A partir de cierta edad, quizá con el fin de la adolescencia, tu hermano se trasforma en compañero de actividades. Yo tuve el placer, el honor, de jugar laaaargas partidas de ping pong; interminables partidas de tenis, frontón y pádel; me he ido a montar a caballo con mi hermano, en bicicleta y moto por la sierra de Madrid y buceando en las calas de Mallorca.
Mi hermano (dcha), siempre con su mano en mi hombro, ayudándome.

Mis hermanos me hicieron llevar con una gran alegría mi cáncer, haciendo todo para que me olvidara de ese linfoma...para un año después arroparme por la muerte de mi madre, también de cáncer. Intermedias a estas alegrías, lógicamente, discusiones. Malos ratos contados con los dedos de una mano y hechas las paces en 10 minutos. Es tu hermano.

En la madurez de la juventud, el destino o Dios -o quizás las dos cosas- han querido que nuestras vidas se separen. Hace unos días un conocido me decía que, de los dos, él, mi hermano, era el afortunado, porque ya está con Dios. Todas las noches, cuando arropo a mis hijos, les doy una caricia y les digo que su tío Paco les cuida y les protege, cual ángel de la guarda. Pero el caso es que yo me encuentro, a pesar de mis dos hijos, mi mujer, mi otra hermana y mi padre, mis grandes amigos, solo, vacío; y hay días que pienso que no es más que un puto sueño. Y ya nada volverá a ser igual que antes. Un sueño que cuando compruebo, amargamente, que es cierto, miro al cielo y no pienso ya por qué, sino cuándo te volveré a ver.

lunes, 22 de julio de 2013

LA HONRA DE SER DESEMPLEADO

Leo en una entrevista a Ana Quintillà, en EL PAIS, que los mayores de 45 años tienen que reinventarse para afrontar la crisis. Menciona esta señora otras conductas de los desempleados que superan esta edad y que, además, han ostentado puestos de responsabilidad: autoengañarse, haciendo que regresan cada día a su puesto de trabajo.

De la noticia en cuestión me quedo con dos ideas. Es un error tremendo garrafal pensar que para que a una persona no la puedan despedir debe reciclarse a partir de los 45 años. En mi opinión, TODOS debemos reciclarnos diría que casi diariamente. Hace 40 años el grueso de la población ansiaba con ser funcionario (eso y trabajar en Caja Madrid, que era casi lo mismo; ay, pobrecillos...); a principios de los 90, más de uno oía cuando entraba a trabajar en una empresa aquello de "aquí -si quieres- te jubilas". Hoy todo el mundo reza a San Pancracio para que no le llamen de Recursos Humanos y le digan que "lamentablemente tenemos que prescindir de ti porque bla, bla, bla...". Y la realidad sin embargo es otra. Conocerá posiblemente a muchos amigos y/o conocidos que se han apoltronado en su puesto de trabajo, y lo de reciclarse ni lo piensan porque no ven peligrar su trabajo. ¡Dong, error!

La tabla de ¿salvación?
Cuando a uno le preguntan, ¿cómo te vas a reciclar?, la inmensa mayoría se apunta a la consabida academia de su barrio, para darle ese empujón a los idiomas. No nos engañemos: en España llevamos 40 años aprendiendo, a saltos, el inglés y no tenemos ni coña pajolera idea. Además, ¿quién le ha dicho que le han despedido en realidad por no saber inglés? ¿Seguro que el handicap es el idioma? Hay multitud de facetas que componen cada ser humano. Que saber uno (o varios) idiomas es un plus, indudable; que sea la piedra angular o lo único que debemos sacar lustre...no estoy ya tan seguro. Pruebe a desarrollar otras habilidades (latentes o activas) como la comunicación interpersonal. De joven conocí a un chaval brillante, con unas notas de escándalo, pero más soso que el menú de un diabético...Tardó 3 años en encontrar trabajo. Hoy las empresas quieren gente despierta, con ganas de hacer cualquier cosa, y con miras internacionales; que te ofrezcan ir a trabajar a otra ciudad/país y no suponga otra cosa que no sea una gran alegría por conocer otra cultura, otro país, otras gentes... ¡¡Pero si en esta España nuestra, si te dicen que tienes que cambiar de Comunidad Autónoma, ponemos el grito en el cielo!! Y así nos va, claro.

Otra cosa que me ha llamado la atención en la entrevista es que los directivos bien posicionados, cuando son despedidos, continúan yendo a trabajar ¿? para ocultar a sus familiares y amigos su nueva realidad. A ver...un poquito de por favor.
Primero, no es algo ya muy exclusivo que digamos; estamos cercanos a los 6 millones de desempleados.
Segundo: no es una maldición, ni una deshonra. Es, simplemente, una nueva realidad. Adáptate a ella.
Tercero: si ocultas/engañas a quienes, teóricamente, te quieren y te apoyan, si se piensan que sigues trabajando, ¿cómo pretendes que te puedan ayudar?; amén de que dejas tu credibilidad por otro lado un poco tocada.

Nadie pone en tela de juicio el temor (lógico) ante esa nueva situación, la incertidumbre de saber cuánto tiempo se tardará en encontrar trabajo. Miedo porque nos intuimos que -lo que encontraremos- estará a años luz de ese acomodado puesto que nos hemos labrado con sangre, sudor y lágrimas.
Pero también que nadie dude que una época de cambio (no crisis) implica nuevas oportunidades por descubrir, por explorar; y que incluso aquello que vislumbras como un túnel oscuro siempre tiene una salida que te podrá aportar nuevas y gratificantes experiencias (estar más tiempo con tus hijos, dedicarte a otras habilidades).

Por último, quiero aclarar el título de este post -La honra de ser desempleado-, porque lo que sí es una deshonra es ese elenco de personajllos que por arañar unos miles (o millones) de euros han pasado por la cárcel (o quizás desfilen); y últimamente en España a muchos le podrán venir ciertos nombres a la cabeza: desde el poder político a la sangre azul, deportistas...