Leo en una entrevista a Ana Quintillà, en EL PAIS, que los mayores de 45 años tienen que reinventarse para afrontar la crisis. Menciona esta señora otras conductas de los desempleados que superan esta edad y que, además, han ostentado puestos de responsabilidad: autoengañarse, haciendo que regresan cada día a su puesto de trabajo.
De la noticia en cuestión me quedo con dos ideas. Es un errortremendo garrafal pensar que para que a una persona no la puedan despedir debe reciclarse a partir de los 45 años. En mi opinión, TODOS debemos reciclarnos diría que casi diariamente. Hace 40 años el grueso de la población ansiaba con ser funcionario (eso y trabajar en Caja Madrid, que era casi lo mismo; ay, pobrecillos...); a principios de los 90, más de uno oía cuando entraba a trabajar en una empresa aquello de "aquí -si quieres- te jubilas". Hoy todo el mundo reza a San Pancracio para que no le llamen de Recursos Humanos y le digan que "lamentablemente tenemos que prescindir de ti porque bla, bla, bla...". Y la realidad sin embargo es otra. Conocerá posiblemente a muchos amigos y/o conocidos que se han apoltronado en su puesto de trabajo, y lo de reciclarse ni lo piensan porque no ven peligrar su trabajo. ¡Dong, error!
La tabla de ¿salvación?
Cuando a uno le preguntan, ¿cómo te vas a reciclar?, la inmensa mayoría se apunta a la consabida academia de su barrio, para darle ese empujón a los idiomas. No nos engañemos: en España llevamos 40 años aprendiendo, a saltos, el inglés y no tenemos nicoña pajolera idea. Además, ¿quién le ha dicho que le han despedido en realidad por no saber inglés? ¿Seguro que el handicap es el idioma? Hay multitud de facetas que componen cada ser humano. Que saber uno (o varios) idiomas es un plus, indudable; que sea la piedra angular o lo único que debemos sacar lustre...no estoy ya tan seguro. Pruebe a desarrollar otras habilidades (latentes o activas) como la comunicación interpersonal. De joven conocí a un chaval brillante, con unas notas de escándalo, pero más soso que el menú de un diabético...Tardó 3 años en encontrar trabajo. Hoy las empresas quieren gente despierta, con ganas de hacer cualquier cosa, y con miras internacionales; que te ofrezcan ir a trabajar a otra ciudad/país y no suponga otra cosa que no sea una gran alegría por conocer otra cultura, otro país, otras gentes... ¡¡Pero si en esta España nuestra, si te dicen que tienes que cambiar de Comunidad Autónoma, ponemos el grito en el cielo!! Y así nos va, claro.
Otra cosa que me ha llamado la atención en la entrevista es que los directivos bien posicionados, cuando son despedidos, continúan yendo a trabajar ¿? para ocultar a sus familiares y amigos su nueva realidad. A ver...un poquito de por favor.
Primero, no es algo ya muy exclusivo que digamos; estamos cercanos a los 6 millones de desempleados.
Segundo: no es una maldición, ni una deshonra. Es, simplemente, una nueva realidad. Adáptate a ella.
Tercero: si ocultas/engañas a quienes, teóricamente, te quieren y te apoyan, si se piensan que sigues trabajando, ¿cómo pretendes que te puedan ayudar?; amén de que dejas tu credibilidad por otro lado un poco tocada.
Nadie pone en tela de juicio el temor (lógico) ante esa nueva situación, la incertidumbre de saber cuánto tiempo se tardará en encontrar trabajo. Miedo porque nos intuimos que -lo que encontraremos- estará a años luz de ese acomodado puesto que nos hemos labrado con sangre, sudor y lágrimas.
Pero también que nadie dude que una época de cambio (no crisis) implica nuevas oportunidades por descubrir, por explorar; y que incluso aquello que vislumbras como un túnel oscuro siempre tiene una salida que te podrá aportar nuevas y gratificantes experiencias (estar más tiempo con tus hijos, dedicarte a otras habilidades).
Por último, quiero aclarar el título de este post -La honra de ser desempleado-, porque lo que sí es una deshonra es ese elenco de personajllos que por arañar unos miles (o millones) de euros han pasado por la cárcel (o quizás desfilen); y últimamente en España a muchos le podrán venir ciertos nombres a la cabeza: desde el poder político a la sangre azul, deportistas...
De la noticia en cuestión me quedo con dos ideas. Es un error
La tabla de ¿salvación?
Cuando a uno le preguntan, ¿cómo te vas a reciclar?, la inmensa mayoría se apunta a la consabida academia de su barrio, para darle ese empujón a los idiomas. No nos engañemos: en España llevamos 40 años aprendiendo, a saltos, el inglés y no tenemos ni
Otra cosa que me ha llamado la atención en la entrevista es que los directivos bien posicionados, cuando son despedidos, continúan yendo a trabajar ¿? para ocultar a sus familiares y amigos su nueva realidad. A ver...un poquito de por favor.
Primero, no es algo ya muy exclusivo que digamos; estamos cercanos a los 6 millones de desempleados.
Segundo: no es una maldición, ni una deshonra. Es, simplemente, una nueva realidad. Adáptate a ella.
Tercero: si ocultas/engañas a quienes, teóricamente, te quieren y te apoyan, si se piensan que sigues trabajando, ¿cómo pretendes que te puedan ayudar?; amén de que dejas tu credibilidad por otro lado un poco tocada.
Nadie pone en tela de juicio el temor (lógico) ante esa nueva situación, la incertidumbre de saber cuánto tiempo se tardará en encontrar trabajo. Miedo porque nos intuimos que -lo que encontraremos- estará a años luz de ese acomodado puesto que nos hemos labrado con sangre, sudor y lágrimas.
Pero también que nadie dude que una época de cambio (no crisis) implica nuevas oportunidades por descubrir, por explorar; y que incluso aquello que vislumbras como un túnel oscuro siempre tiene una salida que te podrá aportar nuevas y gratificantes experiencias (estar más tiempo con tus hijos, dedicarte a otras habilidades).
Por último, quiero aclarar el título de este post -La honra de ser desempleado-, porque lo que sí es una deshonra es ese elenco de personajllos que por arañar unos miles (o millones) de euros han pasado por la cárcel (o quizás desfilen); y últimamente en España a muchos le podrán venir ciertos nombres a la cabeza: desde el poder político a la sangre azul, deportistas...
En España no es que no sepamos inglés (generaciones jóvenes) u otros idiomas, sino que no sabemos generar valor y riqueza. El idioma sí es un valor, por eso nos permite salir al extranjero. Gracioso, podemos salir como personas, pero somos incapaces de vender fuera lo que hacemos aquí. Quizás resulte que no hacemos cosas de gran valor (tecnológico, económico, de interés internacional, etc).
ResponderEliminarNos pensamos, y se nos intenta hacer creer, no sé si para distraernos o para qué, que las actividades lúdicas, ocio, sociales, medioambientales, etc, que sí aportan otro tipo de cosas, generan valor, cosa que no hacen en términos apreciables en términos de riqueza del país. La crisis es cambio, en cualquier término, y en ésta que sí es una crisis, están cambiando muchas cosas, loque ocurre es que queremos que cambie el vecino, mientras pensamos que nosotros pasaremos de puntillas, sin cambiar nada o poco, ¡error! Todos van a cambiar, tanto los menos como los más pudientes o situados. Estimado Santiago, lo que no se está explicando a las personas es qué hay que cambiar y en qué tenemos que cambiar, y es sorprendente que quien más alardea de poder de cambio (históricamente), menos está haciendo. Siento no ser más optimista, que lo soy naturalmente, pero ya no vivimos en nuestro pueblo de la Sierra de Soria (por decir algo), quien no asuma que tiene que competir con los chinos, los marroquíes, los sauditas, suecos o alemanes, está fuera del escenario, así que ánimo y alegría que el escenario puede ser hasta divertido, ilusionante y un espacio para el desarrollo.
Saludos,