jueves, 5 de abril de 2012

PAPÁ, ¿YA HEMOS LLEGADO?

Hoy han dado comienzo las vacaciones de semana santa en una buena parte de España y -para desconectar de la rutina- los españoles salimos a hacer turismo rural. O sea, ir a la casa del pueblo, lo que pasa que con la nueva denominación queda más chic (y menos paleto).

Yo lo que aún estoy por analizar es eso de "romper con la rutina"; porque en mi caso, y de querer romper con la rutina, tendría que haber ido al aeropuerto, comprarme un vuelo sólo ida a algún sitio... lejos, muy lejos.
Pero no. He optado por estar cerca de mi familia, que en realidad es lo que más quiero, y nos hemos venido a Lamiña, una aldea muy bonita en Cantabria, cerca de Cabezón de la Sal, localidad natal del último ganador de la Vuelta Ciclista a España, Juanjo Cobo.

El caso es que esta vez sí que he roto con la rutina. Si hace años los viajes eran esos momentos de gran placer, atravesando España y escuchando música de la buena (Queen, Dire Straits, Rod Stewart...), hoy he ido escuchando durante casi 4 horas de manera continua La chata merengüela, El patio de mi casa (es particular) o La brujita tapita (entre otros grandes éxitos). Y encima, para más Inri, mi hija mayor con cada canción quería (y lo ha conseguido) que se la volviera a poner una y otra vez.

Otra cosa muy asombrosa en los niños es su fantástica inocencia unida al desconocimiento de las cosas. Les dices que nos vamos de vacaciones y el eje espacio tiempo se lo fulminan en un plis plas. Es montarse en el coche y las neuronas en ebullición empiezan a enviar señales al aparato fonológico para formar la típica, clásica e insuperable frase de "Papá, ¿ya hemos llegado? Y por si el padre se ha hecho el sueco, son capaces de entrar en bucle y repetir la frase durante cientos de kilómetros como si tal cosa.
Gracias a mis hijos he conseguido alcanzar cotas de abstracción tales que me puede estar bombardeando uno con el "papá, ¿ya hemos llegado?" y el otro con el "pon otra vez la de Tengo una muñeca vestida de azul", que yo sigo a mi rollo. Ya quisieran muchos monjes budistas alcanzar mi "paz interior".

Y ya de traca han sido los últimos 20 kilómetros. Por aquello de que conozcan parajes bonitos y vean paisajes más lustrosos que los que ofrece una simple autopista, me he aventurado desde Reinosa (donde nace el río Ebro) hasta mi destino atravesando un hayedo espectacular. Con las curvas, además de los bucles "papá, ¿ya hemos llegado?" y  "pon otra vez Un elefante se balanceaba", mi mujer se ha unido al repertorio con un "¡Para, para. Que me estoy mareando y voy a devolver!". Lo dicho, de traca.

7 comentarios:

  1. jajaja! Delicioso, como siempre. Aunque no sabes lo que es romper la rutina en el "espectacular" Pinar de Navalcarbón...

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  2. jajajaja...me encanta!!todos hemos sido niños,y hemos hecho lo mismo en los viajes con papá y mamá.cantar las mismas canciones una y otra vez...y la misma pregunta...ya hemos llegado?fantástico.

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  3. Muy divertida tu experiencia de viaje hasta llegar al "turismo rural", tan real como la vida misma. Que lo paséis bien toda la familia, una vez en el destino. Un saludo

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    1. Muchas gracias Félix por tus palabras. Nos está haciendo un tiempo maravilloso y buenísimo en Cantabria, lo mejor de lo mejor.

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  4. Yo rompo la rutina en un pueblo de Málaga, todavía no he llegado, y me queda todavía unos cuantos Km de"cuánto queda para llegar". Tienes mucha razón, la mejor manera de romper la rutina es pasarla con tu familia. Por cierto este verano estuve en la zona en la que estás y es impresionante. Felices días de descanso

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  5. Que suerte poder tener paz interior con la traca, yo cuando viajaba con los niños mi mujer y la suegra a pasar las vacaciones a Benidorm porque era el destino preferido de mi mujer ya que medio Madrid estaba allí apretujado en la playa donde no hanía sitío ni para poner una tohalla, cuando llegaba los dejaba en el apartamento que alquilábamos cada año,y al día siguiente me iba de nuevo a Madrid porque papá tenía mucho trabajo, y luego dos días antes los iba a buscar y regresábamos a Madrid pero yo me había pasado 11 días en la Capital del Reino de Marvilla y eso era desconectar. Cuando los niños ya no querian ir con los papás de vacaciones, como había comprado un un apartamento en Guadarrama, yo le plantee a mi mujer que si quería ir a Benidorm yo no tenía inconveniente podía ir con su madre y sus amigas que a mi no me molestaba, como es lógico acabó divorciándose de mi.
    Mis hijos me quieren mucho, y es normal porque en realidad soy su prestamista sin intereses ni amortización hay que ser realista y por mucho que los eduques y les enseñes los valores verdaderos de la vida este mundo materialiste que les rodea los contamina y yo me aprovecho para disfrutar de ellos previo pago.

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  6. Yo también tengo dos hijos, ya mayores. Pero, lógicamente cuando eran pequeños, y nos íbamos de viaje,nada más subir al coche,preguntaban lo mismo. Pero su padre, desde el primer momento en que preguntó mi hija la mayor la célebre frase "¿Papá falta mucho?", la respondió con un: " Cuando veas vacas, es que ya hemos llegado".Daba lo mismo ir al norte o al sur, ir en coche o en avión......,la respuesta de su padre era la misma.Cuando su hermano pequeño, hizo la misma pregunta, simplemente, le respondia su hermana, o los dos a la vez, padre y hermana.El caso es que a mí, interiormente, me hacia gracia..Eso sí ,yo ,muy prudentemente,,no decia nada, para que no hubiera problemas..¿entendéis no? Aunque, tengo que deciros que,¡¡¡ Fue mano de santo!!! Bien,aquella pregunta la dejaron de hacer,a partir de entonces, las preguntas fueron otras: por ejemplo: ¿Cuando comemos?

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