jueves, 8 de agosto de 2013

RECUPERANDO TRADICIONES

Me gustó cuando leí que el futuro de las cosas se puede (llegar a) predecir entendiendo el pasado. Es bueno saber de dónde venimos para llegar a donde queremos. Del mismo modo, o al menos en teoría, deberíamos salvaguardar todo nuestro legado histórico. Y en España, entre nuestras disputas internas en el ámbito de la política, y teniendo como (casi) único referente a la Selección Española de fútbol como adalid o abanderado de la marca España…pues francamente, como que no lo veo. Y os dejo unas cuantas muestras.

Este verano he vuelto de vacaciones entre Galicia y Asturias. Esto es así porque el campamento base lo teníamos en Taramundi (Asturias) pero hemos estado realizando incursiones en tierras galegas y astures fifty- fifty. De mi estudio empresarial para montar Casa Sana el año pasado ya sabía que Galicia cuenta con más de un millar de aldeas abandonadas; a tres casas (de media y como mínimo) por aldea, tenemos la bonita cifra de 3.000 ¿viviendas? ruinas que se caen a trozos. Y aquí parece que a nadie le importe demasiado que antiguas casas gallegas, típicas, desaparezcan. En otros países tan civilizados –supuestamente- como España el mandatario de turno –en particular- y el pueblo –en general- habría puesto el grito en el cielo y no dejaría que ese trozo de historia desapareciese por completo. Lo gracioso del tema es que Galicia y Asturias son tierras muy prósperas, desde el punto de vista de la agricultura, con un clima muy moderado y donde hasta el más tonto podría cultivar una pequeña huerta con el que autoabastecerse.

Tenemos más de 5 millones de parados y unos cuantos miles de desahucios de gente que no tiene cómo pagar sus deudas. ¿De verdad a nadie se le ha ocurrido que esos parados puedan hacerse cargo de esas casas, que cultiven el terreno adyacente y así “eliminamos” unos miles de parados de larga duración, con el coste para la Administración que eso conlleva?
Casas abandonadas pueblan (cada vez más) el paisaje gallego.


Otro ejemplo: el 2 de agosto paseé por el pesquero pueblecito de Tapia de Casariego. Entre que tengo don de de gentes y que debo tener un letrero en la frente que pone “dame palique”, un paisano me cogió por banda en el puerto y me explicó el “drama” de esa localidad, con casi toda la flota pesquera amarrada en la bocana, “y los que salen a faenar apenas sacan una docena de cajas con pescado; cada vez hay menos gente que se quieran dedicar a la mar”. Sí, puede sonar a pesado pero… ¿por qué no cambiar inactividad de un parado por un salario, aunque sea mínimo, comida y casa (barco en este caso) y salir a faenar en busca de atunes, fletanes y merluzas, porque merluzos, en tierra, ya vamos sobrados.

El dato positivo
Y como siempre hay que ser optimista en la vida, en Ribadeo fui a visitar a unos amigos de mi infancia. El cónyuge de mi amiga, gran aficionado a la música popular (lo que se conoce como folk en otras latitudes) ha tenido la gran idea de juntarse (Amigos de la música) con otros jóvenes ribadenses para recuperar viejas melodías, habaneras y rondallas; canciones que huelen a puerto de mar, pero de otra época; canciones que bien podrían caer en el más recóndito de los olvidos de no ser por esta cuadrilla de aficionados a la música de “ayer” y de hoy, a nuestra música. Ni viven de ella, ni creo que se les ocurra. Probablemente su mejor recompensa sea simplemente sumar un “Me gusta” en su muro de Facebook, y que su/nuestro legado llegue a unas poquitas personas más.

Un olé, un diez y un “me gusta” por iniciativas de este estilo que consiguen que nuestra música popular, parte de nuestra historia, no caigan en el olvido.

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