A día de hoy, mucha gente no sabe qué quiere hacer con su futuro, aunque lo que sí tiene claro es qué no quiere que le suceda. Todos diferenciamos lo que nos gusta de lo que no. Sin embargo, sobre el futuro suele planear siempre la incógnita, la duda.
Para llegar a tu futuro primero tienes que soñarlo, es decir, tienes que establecer cuándo será una realidad y ponerte a trabajar para que sea una certeza. Y para lograr que tu sueño sea una realidad hay que analizarse primero.
Con casi 6 millones de parados, por lo general aquí lo de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy" cobra fuerza y muchos de nosotros solemos estar en lo que se denomina la zona de confort. Es decir, un entorno en el que nos movemos a gusto, sabemos que hay riesgos mínimos, poco que ganar y mucho menos que perder.¿Te imaginas a un cabrero de los Picos de Europa en un atasco de kilómetros en una gran urbe y rodeado de coches? Si eres urbanita, el atasco para ti es un espacio conocido y hasta te podrás sentir "cómodo"; al cabrero, posiblemente, le esté dando un infarto. Si tu jefe no para de gritarte y te dice que el papel que le has entregado era "para ayer", sigues estando en tu zona de confort; porque es a lo que te has/han acostumbrado y -además-es lo que conoces.
En paralelo a tu zona de confort está la denominada zona de aprendizaje; ese rincón donde cada cual se asoma para seguir adquiriendo capacidades, sea de la índole que sea: aprender nuevas recetas, viajar a tus sitios "soñados", conocer nuevas personas, etc. Es una zona no exenta de riesgos pero sí es verdad que la gente suele asomarse a este "rincón" con cierta frecuencia con el ánimo de enriquecerse culturalmente. De este modo vemos a los que podríamos denominar conservadores: gente que no suele salir de su zona de confort, gente que prefiere aguantar el atasco diario, que tu jefe te meta dos (o más) chillidos y aguantar luego más cosas; o bien innovadores: gente que prefiere abandonar su zona de confort para conocer nuevas sensaciones en su trabajo, en su vida familiar, en sus momentos de ocio...
En un tercer círculo (esto ya para intrépidos) está la zona de pánico. Es aquella zona donde no hay confort, donde puedes estar aprendiendo nuevas cosas y donde la incertidumbre de lo que te rodea es total. Los conservadores te dirán que ni se te ocurra traspasar esa frontera; hay un miedo a lo desconocido y te aleccionarán con que ahí existen cosas malas. Pero, ¿y si hay cosas buenas? Por eso, para los innovadores, la zona de pánico prefieren llamarla la zona mágica, porque no saben qué van a encontrar. Es la zona de los grandes retos donde casi todo está por hacer, por descubrir.
Como tal zona de pánico, hay un miedo de los conservadores ante la duda ¿Podré volver a mi zona de confort en caso que no me gusten las experiencias? La realidad es que sí podrás volver, y con una gran ventaja puesto que ahora la zona de confort la has ampliado, así como tu zona de aprendizaje. Has logrado desarrollarte, aumentar tu conocimiento y saber hasta dónde puedes llegar. Tendrás opiniones enfrentadas y mientras la inmensa mayoría te dirán que es miedo a lo desconocido, en realidad es miedo a perder tus regiones conquistadas, tu zona de confort.
Llegados a este punto vivirás dos situaciones: una que te impulsará a retroceder a tu zona de confort. "Vale, ya he visto mundo, ahora quiero volver", y otra que te dirá que quieres ver más, que quieres conocer más y ver hasta dónde puedes llegar; lo que en psicología se podría definir como la confrontación del miedo versus la motivación. Tienes miedo de seguir adelante pero también la motivación suficiente que te empuja a seguir investigando en esa zona mágica. Para lograr salir airoso de esta "guerra interna" cada cual tenemos que creer firmemente en nosotros mismos, en nuestras capacidades, en nuestras fortalezas. Cada cual debe decidir
Si valoramos en la justa medida nuestros miedos ante una nueva iniciativa y los afrontamos debidamente, lo más probable es que salgamos fortalecidos, con mayor autoestima y más motivados aún respecto a la idoneidad de nuestra empresa. Tenemos que buscar qué actividad nos motiva, utilizar todas nuestras competencias que hemos ido aprendiendo a lo largo de tooooda nuestra vida
Igualmente, cada sueño tiene una finalidad. ¿Para qué voy a comprometer mi vida, mi dinero, todo, en mi sueño?
Cuando cada uno sepa qué quiere, por qué lo quiere hacer y sobre todo con qué finalidad, llegará el momento de pasar a la acción e intentar que nuestros sueños se hagan realidad, con trabajo, con esfuerzo. Comprobarás que aún te quedan cosas por aprender. Pero lo importante es que no cejarás en tu empeño. En realidad estás avanzando (y mucho) en lograr que tu sueño sea una realidad.
Por eso, cuando atravieses la zona de aprendizaje a la zona de pánico hazte la pregunta ¿Y si sale bien?
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