domingo, 9 de diciembre de 2012

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN


En las dos últimas semanas he podido comprobar de manera muy directa cómo las apariencias engañan (y mucho); tanto desde el punto de vista personal como laboral. Lo de hoy, ya es para nota. Os cuento.

A principios de esta semana, un familiar me contó que a la salida de su trabajo, en una céntrica y concurrida calle de Madrid, se topó con una chica joven (unos 40 años) muy bien vestida y que lloraba a moco tendido porque, según ella, la acababan de robar la cartera y tenía que coger un tren para Salamanca. El buen vestir de la moza hizo que mi familiar no dudara de su historia y le aflojó 40 euros (a todo trapo) para que pudiera comprar su billete. Sí, ya sé que ni el 0,00001 % lo hubiera hecho; a lo sumo, la calderilla que llevásemos en el bolsillo. Pero el caso es que–y según este familiar- su “pinta” no la hizo dudar de que fuese verdad la historia. Ahora, yo me pregunto, y si quien pide el dinero es un pobre andrajoso con la misma historia, ¿qué hubiera sucedido, hubiera corrido la misma suerte? Por supuesto ya se ha visto que la señora es una timadora y conocida en la zona por los asiduos.
Y ahora mi historia (verídico). Hoy por la tarde he aprovechado el buen tiempo y me he ido a dar una vuelta por la urbanización donde mis padres tienen una casa. He salido a la calle con mi cámara Canon y con un objetivo nuevo que me ha prestado un cuñado mío (por cierto, fantástico el objetivo, con un f2,8). He estado probando diversas aperturas de diafragma, paisajes, plantas, casas, etc. Habré estado paseando unos 35 minutos por las calles, tranquilamente…hasta que me he encontrado con la policía local. Se han bajado los dos agentes y me han solicitado la documentación, algo que no les he podido facilitar pues cuando salgo a pasear suelo usar ropa cómoda, concretamente un pantalón de chándal, un jersey y un barbour viejo. De modo que les he invitado a que me acompañasen a casa y que les enseñaría la documentación que quisieran. De camino les he preguntado por qué me pedían la documentación y, hete aquí la sorpresa: “Es que un vecino nos ha avisado de la existencia de un señor que corresponde con sus características, haciendo fotografías y, como da la casualidad que últimamente se están produciendo robos…”. ¡O sea, que me están diciendo –en toda la cara- que como ha habido robos, y como cuando salgo a pasear no me pongo los Armani ni me engomino el pelo, yo soy el que corresponde con el perfil de chorizo! Cojonudo, lo que me faltaba por oír. Les he llevado hasta casa, han visto que accedía a la vivienda con mis propias llaves y les entregaba la documentación que llevaba en el coche. Les he dicho, además, que si querían llamaba a mi padre para que diera fe de que yo vivo en su casa. Claro, cuando han visto que difícilmente yo no correspondo con el caco, me han dicho que no hacía falta y que perdonara las molestias. Molestias no, incomodidad; porque resulta que con la simple llamada de un vecino diciendo que hay alguien que parece sospechoso de “algo”, uno ya se encuentra en la punta de mira.
En fin, otra anécdota más. Moraleja: prohibido salir a pasear si no es con la ropa de los domingos. Aunque, espérate…que a la vista del supuesto fraude del directivo de la CEOE,  señor Díaz Ferrán; del supuesto fraude de Don Iñaki Urdangarín; del supuesto fraude de los Ruiz Mateos; del supuesto fraude del alcalde de Sabadell; del supuesto fraude de Gao Ping….no hace falta que siga, ¿verdad? Mejor salir con mi viejo barbour, más honrado.

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