Desde hace unos años muchas empresas fardan de ser conciliadoras: "te dejo que entres media hora más tarde para dejar a los niños en el colegio... pero saldrás dos horas más tarde". Al final no es que sea comido por servido, sino que has hecho el canelo. Ayer pude conciliar mi vida profesional con la personal y creo que merece la pena ser contado.
Me invitaron a un evento de trabajo por la tarde. Se trataba de una jornada de expertos en Educación organizado por el Colegio Pasteur. Su director tuvo la amabilidad -no ya sólo de invitarme- sino de organizar una auténtica ludoteca para que los padres con niños pudiéramos asistir mientras los menores se divertían con profesoras, pintaban, veían una peli y cenaban. Os diré que cuando tocaba retirada mis hijos no querían irse a casa. En algunos centros comerciales hay en la puerta una guardería. En este caso es un negocio redondo, porque tienes que elegir entre o bien tirar del carro y hacer la compra, o bien tirar del carro, de tu hijo pequeño, evitar que el mayor se esconda -justo- detrás del estante de los ¡¡huevos!! Como es obvio muchos padres prefieren dejar aparcados a sus hijos y así poder hacer la compra en el menor tiempo posible.
En el caso que me ocupa, para mí personalmente, fue una gran oportunidad de conciliar de manera real mi trabajo con mi esfera privada/personal. Tuve la ocasión de poder asistir a este evento (trabajo) mientras que mis hijos eran atendidos -además- por profesionales de la enseñanza. Ojalá cundiera el ejemplo y otras empresas llevaran a cabo iniciativas como estas. Por cierto, el coste de la ludoteca más la cena fue de cero euros.
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