jueves, 29 de marzo de 2012

LA LEY DEL SILENCIO

Ayer estaba leyendo el blog de Enrique Dans. Una empresa le ha denunciado presuntamente por un delito contra el honor. Mientras no se demuestre lo contrario, la presunción de inocencia se aplica a todos por igual. Pero lo sustancial en la noticia, para mí, es que huele un poco más a un "cállate" que a una falta real en el honor de la empresa.

Y en realidad, cuando leí el post de Enrique me vino a la memoria algo que me sucedió hace ya unos cuantos años, concretamente en 2005. Yo estaba recién operado de una hernia discal y al segundo día de estar en casa con las molestias propias recibí una llamada de la Guardia Civil de Las Rozas. Para más coña inri, encima pensé que era un amigo mío muy coñón. De hecho le mandé a tomar por donde amargan los pepinos. Pero el guardia civil, con infinita paciencia, me instó a que me pasase lo antes posible por las comandancias de dicha localidad. Tuve que esperar a que llegara mi mujer puesto que no podía conducir.

Por teléfono no me dijeron de qué se trataba de modo que la intriga aumentó hasta que llegué al "cuartelillo". Me llevaron a una habitación y al ratito llegó un guardia civil, me preguntó si yo era santi (un apodo con el que escribía en un foro local). Al contestar afirmativamente me explicaron que una empresa  de la zona me había denunciado por un mensaje que había escrito en un foro. Yo me quedé perplejo porque -¡puñetas!- había dicho la verdad y había argumentado en dicho post las razones por las que yo no contrataría sus servicios.

A día de hoy creo que me llamaron simplemente para que pudiera ejercer mi derecho de réplica, porque actualmente el 99% de las compras se hacen influenciadas por lo que uno lee en los foros. Y hay opiniones favorables y otras que..en fin. Que mi mensaje en el foro hubiera podido ser contraproducente a la actividad de su empresa, quizás; que sólo expresé mi opinión en base al trabajo realizado para el cual fue contratado, también. Y que muchas de estas demandas/denuncias tienen su origen en buscar un silencio en la otra parte, casi siempre. Lo malo (o bueno) es que lejos de conseguir dicho silencio, el clamor popular suele aumentar.

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